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29 febrero 2008

CARLOS FREIRE, UNA DIMENSIÓN A NUESTRA IDENTIDAD


Gabriel Cisneros Abedrabbo
poesialas@hotmail.com

A veces morir es una forma de quedarse, una puerta a abstracciones que la propia vida ignora. Eso les pasa a los que no fueron sombra de la historia sino la historia misma, a quienes son la armadura moral para emprendimientos que pueden transformar sociedades en el sentir urbano de una modernidad que tiende a olvidar demasiado rápido, por lo que no debemos pasar la página sin haber aprendido la lección de nuestra vida y de los que pusieron el barro necesario para que la identidad sea en la libertad de sentirse desde cualquier dimensión.

Hoy que diario “La Prensa” se encuentra celebrando los dieciséis años de vinculación de periodismo serio con la colectividad, no podemos olvidar a Carlos Freire Heredia, quien puso desde todas sus esquinas el sueño para construir no una empresa como me confesará hace muchos años sino una herramienta de vida, para su familia y su ciudad; un medio de comunicación que incidiera en el desarrollo local, misión que ha cumplido y en la que es seguro tendrá que cumplir nuevas batallas.

A Carlos, lo conocí en 1999 a propósito de la publicación de mi primer libro, esa tarabita poética nos acercó y nos dio pistas sobre el otro. Sus ojos siempre profundos dejaban abiertas largas preguntas y desencantos por las batallas que se habían perdido de forma inevitable. Era un hombre riguroso, buscador inagotable de la perfección esculpió en su talento a muchos de los valores que despuntan hoy en el periodismo.

Lo importante es que nos preguntemos el por qué Carlos Freire tuvo esa visión de desarrollo; estoy seguro que mucho tiene que ver el que su primer palpitar lo diera en Tixán, tierra de embrujos donde se han gestado importantes valores de la segunda mitad del siglo pasado. Es algo que me tiene totalmente conmocionado Tixán una pequeña parroquia de Alausí es cuna de gentes que han sido valiosas en la construcción de nuestras identidades así Galo Encalada, Néstor Solís, Guido Mera Vera, los hermanos Pino, los hermanos Freire, entre otros. Gentes que han tenido una amplia visión de emprendimientos y han incidido de forma directa nuestra idiosincrasia.


Aprendió amar la lectura de su madre, de los inagotables viajes imaginarios que compartieron juntos desde el texto, iniciación que le haría un hombre de amplio prisma que desde la docencia emprendería el reto de acariciar los epígrafes de la palabra con ternura. De ahí que a fuerza de muchos sacrificios logra proyectar su imprenta y luego su diario como instrumentos para que la palabra y el pensamiento de los chimboracenses tengan los espacios suficientes.

El camino andado jamás es suficiente, sin embargo el que fluyo desde los pasos de Carlos, abrió monte para que otros sigamos caminando, hoy que su piel es un palpitar en la memoria de quienes lo amaron su pensamiento es conciencia militante y paradigma en una provincia que tiene que elevar su autoestima en lo valores que la hacen.
[1] En su coraje entre diálogos y añoranzas, frente a la terrible enfermedad que le acosaba me confesó que le pide a la vida que le acompañe seis años más para completar sus proyectos, lastimosamente un año era el plazo dado aunque ninguno de los dos en ese momento lo sabíamos।

Hijo de don Luis Roberto Freire Cabrera y de Doña Rosa Amira Heredia Garzón, la muerte lo signa muy temprano, escapa momentáneamente de ella que desde la tifoidea a los seis años de edad le tendió la trampa, más “ningún amor es perfecto” y la vida lo abandonó cinco años antes de que sus luchas terminen[1].

27 febrero 2008

PACO GODOY, ENTRE LOS PIANOS DE SU VIDA


Gabriel Cisneros Abedrabbo
http://www.dicciondesnuda.blogspot.com/

Nació en Riobamba, pertenece a la quinta generación de una afamada familia de músicos y compositores. Dio su primer recital de piano a la edad de cinco años; sus estudios los realizó en: Orquesta Sinfónica Nacional (Centro de Difusión Musical) 1980-1982 Instituto de Música Sacra ''Jaime Mola'' 1982-1983 Conservatorio Nacional de Música 1984 1989.

Como solista del piano, órgano y acordeón viene grabando desde la edad de 11 años Director musical, compositor y acompañante, ha compuesto un centenar de obras en formato sinfónico, música sacra y música popular en la mayoría de los ritmos nacionales como internacionales. Ha musicalizado a poetas como Medardo Ángel Silva, Juan Bautista Aguirre, Gabriela Mistral, Rubén Darío, Ernesto Cardenal, Federico García Lorca, José Ángel Buesa, entre otros.

El piano en los abismos de Paco Godoy se vuelve una cuerda frágil fusionando martilletes, desmantelando glaciales de métodos sin alma, él es la esencia y la estructura; el pan y el espíritu; él es el caer sin miedo a un mundo que escapa; la dulzura y el reto de soñar diluvios.

El primero de octubre por invitación de la Casa de la Cultura en el día Nacional del Pasillo este gran pianista riobambeño amalgamó el arte entre sus manos con interpretaciones del pentagrama nacional, pero sobre por sus creaciones que frente al equilibrio intercalaban naturalezas y sentimientos, el bing bang de la construcción armónica que fluía en la felicidad y en el dolor que nota a nota se iba sembrando en las gentes.

La música, la intrépida fluidez del repicar amores que ya no están en nuestra realidad y sin embargo están, el golpear dolores y sublimar felicidades en la lluvia, el sentir día a día que estamos vivos, se siente homenajeada en la dualidad creativa de un ser humano que es algo más que estuche, que es luz en el silencio, que es sentirse participe de aquellos que viven muriendo los sorbos de un tierra, las campanas de un templo, la religión de ateos que fusionan pianos al construir de Paco Godoy.

Preñado de estrellas el piano se hace muerte, clarividencia y a ratos poesía; salta temporalidades y simplemente es el pasillo que en la distancia interpreta Paco Godoy acercándonos y haciéndonos uno en la vibración estética del ser y del creer…

22 febrero 2008

RÉQUIEM POR MÍ



Gabriel Cisneros Abedrabbo
http://www.dicciondesnuda.blogspot.com/


Los huesos se calcinan en el goteo roto de mi tiempo. A pesar de que nuevas palabras llueven del argot cotidiano; las primogénitas humedecen el papel, en una conjunción masoquista por intentar entender la levedad del ser. Ese vacío en la panza frente al ataúd de un niño vuelve desde otros retornos a golpearme, ahora que el cadáver soy yo, ahora que cataléptico veo como se despojan de sus hipocresías viudas, amigos y amantes que entre risas, chistes y miedos me dicen adiós, sin haberme ninguno conocido.

Éste réquiem es por mí, por los augurios que se fueron sin maldecir los signos de mi nombre, sin levantar ciudad en mi desierto. Éste ¡Carajo!, sin sonido es por mí, por las góticas mujeres que no bebieron mí sangre, no sé tal vez porque me enterraran mañana entre los arrecifes de la música y en los mercados las manecillas de la prisa no adivinarán mi ausencia. Como res en el matadero siento como los usureros me miran con codicia, antes de que me haya ido del todo de este mundo intentarán vender el polvo de mis huesos, intentarán friccionar “el tanta vida y jamás”, con el que Vallejo me aterrizó contra el mundo. Siento como siniestras sombras babean porque muera, como hijos de ramera en Sodoma se arrancan los ojos, escriben pasquines en los intangibles de la virtualidad y deshonran músicas sagradas para fulminarme. Éste réquiem es por el Cisneros viejo que enterrare mañana y que no sé si al tercer verso como Lázaro arañe la materialidad de mil hambrunas. Éste réquiem es por todos los que somos parias en un mundo feliz que asquea de tanto excremento, éste adiós con miedo es volver al índigo génesis y perder, porque mientras muera un árbol en nombre de la poesía, no podemos ganar…

No sé, es tan difícil, sacarme el demonio del genoma, sudar la geografía de mi vida y dejarme ir… Olvidarme de esta soledad que vivimos en el fin de la historia, en el final de nuestro tiempo. Todo cae; desamor, sida, inundaciones, barbies de azúcar, todo me hace extraño de mi tiempo, sin embargo hay algo que saca a patadas de mi mundo de fantasía y me hace escupir mis angustias. Hay algo en la esquina del tiempo que me empuja a romper las mascaras de mi signo.

Que demonios azules me transporten, me empinen y me escondan ¡No!, ya no quiero ángeles quiero demonios de flagelos honestos y no ángeles del primer mundo que están matando a la madre en nombre de un sueño americano, que ha hecho cotidiana de la pesadilla. Me canse de vivir las mentiras y empino el réquiem por el que fui, para que pueda volar él que seré.

12 febrero 2008

CONFESIONES TARDÍAS A CAPOTE


Gabriel Cisneros Abedrabbo
poesialas@hotmail.com

Sr. Capote creo que no soy el único al que tiene en el filo del abismo con su novela “A Sangre Fría”; La que vuelvo a leer no por placer sino más bien por esas obligaciones universitarias que a veces se precipitan como un muro en la secuencia latosa de las horas. En la encrucijada pierdo la estructura, en su pondo de palabras que desde la realidad, o mejor dicho desde la crónica policíaca, crearon un espacio paralelo, mundo de ficción sustentado en hechos periodísticos. Es decir con su obra, en el siglo XX, la literatura universal tiene dos etapas la que se inventa desde los imaginarios de los escritores y la que es arrancada de las historias de las gentes a manera de crónica de hechos y circunstancias que conmovieron, por sádicos a sociedades enteras.

Truman, en esta nota usted no palpará todas las rupturas que ha generado en mis mundos donde el periodista y el escritor habitaban en sus polos sin atreverse a fundirse el uno con el otro, sin atreverse a saltar por el vinculo mágico de los epígrafes. ¡Gracias…!, por hacer el diagrama de encuentro de mis dos mitades que desde su obra hallan su punto de unidad.

La historia de “A sangre fría” inicia en noviembre de 1959 cuando usted a través del medio impreso el New York Times se entera del asesinato de la familia Clutter en Holcomb pequeña población de Kansas; escenario en donde el ambiente respiraba miedos y desesperanzas. Los cronistas de la época creen que usted construyó otra historia diferente a la que tenía en mente sin embrago su prolijidad en la búsqueda y su carisma le permitieron entrar el idiosincrasia de la comunidad, el periodista investigando un crimen se convirtió en una autoridad local, que ante la aprehensión de los asesinos cayó en la trampa de la amistad con uno de ellos, consiguiendo mantener una permanente correspondencia cuando escapó a Europa a escribir el libro que le obsesionaba. A ratos tengo la impresión de que llegó a sentir el helado de la sangre cuando en su mente recreaba una y otra ves la escena del asesinato. La amistad que nació como una trampa con Perry, le unía por intimas discriminaciones sufridas mutuamente; su homosexualidad y la soledad de Perry que había sido aislado, el dolor compartido en la infancia por madres alcohólicas, la estatura, no sé Truman, hoy después de casi cincuenta años en un país del que seguramente usted en su vida escucho mentar, toda esas geografías de la naturaleza humana se conjugan para entender una novela o no sé una crónica periodística que nos permite ensayar en nueva posibilidades para la palabra.
Lo que más me ha conmovido no es la novela sino el hecho de que ella se convirtiera en su acabose, en su ritual para no encontrar nunca más el camino. El texto no solo conmovió las estructuras y los sentimientos sino que lo signo de manera ineludible como engaño de un tiempo en el que usted no estaba, no se sentía y no pudo amarse, porque lo que amaba sin su aceptación era a esos dos criminales que fueron ejecutados en 1965 y en los que usted murió, convirtiéndose en un zombi si prisas ni preguntas. Ya que como usted mismo lo afirmó: “Escribir el libro no me resultó tan difícil como tener que vivir con él”.

Usted tomó una realidad que seguramente hubiese sido vista con menosprecio por los grandes de la literatura y la hizo oro en polvo, es verdad que su carácter y su apropiación del problema tiene a realizar profundos cuestionamientos, sin embargo y ante todo lo importante es la obra.
Señor Capote, usted ha trascendido su esencia y ahora que el polvo habita sus huesos su pensamiento es luz en las memorias vivas del mundo que más pudo haber soñado; su homexualidad, alcoholismo y drogadicción sucumbieron ante su genialidad como sucumben los cuatro ejes de mi vida ante su dimensión de Dios.