Emigra la piel a la tierra, las huellas de Daniel Severo Escobar Velasco siguen haciendo camino. Sus pies se han fundido a los elementos sin embargo, más allá de la levedad del hombre, sus pasos no han sido borrados de la faz de la tierra por los años, ni por la rota angustia del vacío por los espacios. Las huellas son signos que permiten saber si hemos cumplido, si fuimos capaces de dar el salto desde dentro; sólo desde su profundidad y fuerza sabrán los que hoy no son, que un día fuimos engranaje a la elegía.
Daniel Severo Escobar Velasco, fue de esos hechiceros que hacen conjuros para que surjan flores en el asfalto, de esos que frente a la batalla hallan ternuras. Hombre enamorado del poema, sus cantos son voces en volcán, sus cantos son esa esquina donde la vida aterriza muy despacio.
Este texto que ponemos a su consideración, recoge el espacio de soledad y angustia sentido por amigos y familiares ante la desaparición material de un hombre que camino de forma recta por los senderos de la vida; y, los poemas que forjara desde la hoja en blanco que cada día nos brinda el respirar.
Daniel Severo Escobar Velasco, fue de esos hechiceros que hacen conjuros para que surjan flores en el asfalto, de esos que frente a la batalla hallan ternuras. Hombre enamorado del poema, sus cantos son voces en volcán, sus cantos son esa esquina donde la vida aterriza muy despacio.
Este texto que ponemos a su consideración, recoge el espacio de soledad y angustia sentido por amigos y familiares ante la desaparición material de un hombre que camino de forma recta por los senderos de la vida; y, los poemas que forjara desde la hoja en blanco que cada día nos brinda el respirar.
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