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04 mayo 2016

LAS TRES PLUMAS DE PÁNFILO


Tres, plumas simbólicas, amasadas en el linaje profundo del espíritu humano, alimentan el vuelo de Miguel Ángel Rengifo que en Pánfilo no solamente sorprende por la limpieza y arquitectura poética, sino por el sacramento de la palabra como hallazgo, fragua y cadena iconográfica que se va renovando permanentemente. Cada una como don: la primera desde sus padres que al acuñar un nombre, tejieron el laberinto donde nuestro autor se encuentra en formas que racionalmente son imposibles; la segunda desde Latacunga, ciudad que en su fiesta patrimonial le ungió como Ángel de la Estrella, voluntad que camina entre lo etéreo y lo terrestre; y, la tercera, él se la arrebató al vacío, a la necedad de no aceptar ese sinsentido que aparece en las borrascas de la existencia, a la pregunta que duele, frente a todas aquellas levedades donde enfrentamos nuestro tiempo en la tierra a través del premio que otorga Editorial el Ángel, dentro del Encuentro Internacional, Poesía en Paralelo Cero, 2016.

Rengifo, nos deja saber que la poesía, la buena poesía, nos alcanza cuando estamos dispuestos a ella, no es una casualidad, ni una maldición, el texto es un acto de libertad que en el clímax, no solamente duele al autor, sino que se convierte en las huellas profundas de una época, de un territorio, de una generación. Sin lugar a dudas Pánfilo es una nueva inyección vital, donde los ancestros del grupo Galaxia quiebran el silencio, los lugares comunes y la copa de vino en ese volver a los temas inagotables del amor, la muerte, la soledad, el profundo dolor de la incomprensión que en esta obra reclama un lecho donde seducir a la maga, esa maga olorosa que se confunde entre las generaciones y que está ahí cuestionando el ayer y también el mañana, en ese juego atemporal hay esa mujer que camina sin perder su aire, sin que entendamos que es la misma que llevó al delirio a generaciones que por ella jamás se han resignado a escribir las estrellas de la misma manera.

Pánfilo mantiene en el ritual del lenguaje ese camino por el que me muevo de forma apresurada, voy, vengo, releo los versos, mancho las páginas con angustias y anotaciones, el viaje me permite encontrarme con espacios de mi alegría, con fracturas donde también intenté esconder ese dolor, esa nostalgia que siento por esa Latacunga de mi madre y mis abuelos. Del segundo poema salto, de los ojos se levantan preguntas que angustian, a la fealdad resinificada en el abandono, a los poetas vueltos a la vida en las lecturas y desgarramientos generados en Rengifo.

La portada de este libro,  sublimación de la artista Sandra Beraja,  guarda perfecta armonía con la obra y es parte de ese diálogo dos creadores que en el germinar del arte se hermanan.

Definitivamente la poesía puede salvarnos, si algún sentido tiene cantar en las arrugas de la oscuridad, ese sentido se manifiesta en las estéticas donde los seres humanos se visten de una piel que no se desvanece en la levedad.

Ante ustedes Pánfilo el primer paso formal de un largo camino que promete Miguel Ángel Remgifo, transito en el que ya va podemos ver los rasgos y señas de un escritor.

Algunos poemas de nuestro autor:

Feísmo

te voy a compartir algo de lo que me pasa,
algo de lo que me permite vivir y creer en ti,
me voy a dar la oportunidad de respirar y de decirte de manera
que la franqueza solo sea un atino:
desde que has sido parte de mi vida, desde ese tiempo pretérito,
a pesar de que la pregunta siga siendo la misma en mi cabeza, en mi rutina,
en ese instante donde estiro el alma, en la oficina, en la redacción del diario,
en la mesa, a la hora que sea:
te amo por tus ojos feos,
por tus labios y cejas y cabello feos
por todo eso que hermosamente digo y es feo;
por tus caderas, senos, cuello, ganas, piernas, muslos, sexo, cintura (…) feos,
horriblemente feos porque no te tengo amor,
porque aquí a mi lado sólo se es feo y único
incomprendido corazón.

Mujeres

La verdad de todo es que no es nada de ti lo que extraño,
sino es todo aquello que te hace lo que necesito;
apestado a la rutina
a la cotidiana agonía de escribir
de inventarte
de esperarte
de haber acostumbrado a los ojos
el azul marino de tus caderas,
las espigas de tus pezones,
el viento de tus corajes,
el cataclismo de tu sexo

para maternidad de mis estrellas,
insospechablemente mía
como la patria
como el coraje y la ternura.
y me odio a mí mismo
por envejecer cada vez más convencido de que llegas,
Odiseo templando la red junto a su hijo.


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