Gabriel Cisneros Abedrabbo
email: poesialas@hotmail.com
Cómo evocar a Oswaldo Muñoz Mariño?, quizás desde su natal Riobamba, acertijo incrustado en la piel gélida de los andes. Cómo entender su universalidad, quizás en la verticalidad translucida de su vida. Es que Muñoz Mariño, es más que las sesenta y dos ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad, de las que se ha vuelto cómplice de su histórica en la crónica gráfica que realizó para la UNESCO, es uno de los más grandes acuarelistas que ha dado el mundo en el siglo XX, así lo han proclamado culturas cuyo dominio en la acuarela ya se vuelve mítico, como la China, en donde reclaman su presencia física y espiritual.
En las artes plásticas la acuarela es una de las técnicas más difíciles, ya que no admite ser retocada, el artista debe alcanzar la madurez para engendrar una obra sin borrones, sin maquillajes o puentes escapatorios, la obra es o no es, Oswaldo Muñoz Mariño, vibra en la piel sensible de las cartulinas, en un acto de amor; su pincel es el sol germinador que engendra en la cartulina tierra, la vida, no puede ser de otra forma, de lo contrario sería imposible entender como las ciudades comienzan a convertirse en temática fundamental, pero no las ciudades de casas muertas y desvencijadas por el olvido, sino más bien las ciudades que proyectan la grandeza del hombre, su idiosincrasia y su sobrevivencia en la historia. Cómo dije Muñoz Mariño vive un acto de amor al pintar, un acto de amor que nos llega en acuarelas, esencias y significados.
Marco Antonio Rodríguez, fundamental investigador del arte plástico y la literatura en el Ecuador, lama a Muñoz Mariño; “El Guardián del Aire y la Memoria”, expresión que fluye en un horizonte de ciudades expectantes de las manos del maestro y de otras que claman reiteradamente el reencuentro de mitos e historia con las cartulinas y pinceles del creador.
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Cómo evocar a Oswaldo Muñoz Mariño?, quizás desde su natal Riobamba, acertijo incrustado en la piel gélida de los andes. Cómo entender su universalidad, quizás en la verticalidad translucida de su vida. Es que Muñoz Mariño, es más que las sesenta y dos ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad, de las que se ha vuelto cómplice de su histórica en la crónica gráfica que realizó para la UNESCO, es uno de los más grandes acuarelistas que ha dado el mundo en el siglo XX, así lo han proclamado culturas cuyo dominio en la acuarela ya se vuelve mítico, como la China, en donde reclaman su presencia física y espiritual.
En las artes plásticas la acuarela es una de las técnicas más difíciles, ya que no admite ser retocada, el artista debe alcanzar la madurez para engendrar una obra sin borrones, sin maquillajes o puentes escapatorios, la obra es o no es, Oswaldo Muñoz Mariño, vibra en la piel sensible de las cartulinas, en un acto de amor; su pincel es el sol germinador que engendra en la cartulina tierra, la vida, no puede ser de otra forma, de lo contrario sería imposible entender como las ciudades comienzan a convertirse en temática fundamental, pero no las ciudades de casas muertas y desvencijadas por el olvido, sino más bien las ciudades que proyectan la grandeza del hombre, su idiosincrasia y su sobrevivencia en la historia. Cómo dije Muñoz Mariño vive un acto de amor al pintar, un acto de amor que nos llega en acuarelas, esencias y significados.
Marco Antonio Rodríguez, fundamental investigador del arte plástico y la literatura en el Ecuador, lama a Muñoz Mariño; “El Guardián del Aire y la Memoria”, expresión que fluye en un horizonte de ciudades expectantes de las manos del maestro y de otras que claman reiteradamente el reencuentro de mitos e historia con las cartulinas y pinceles del creador.
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