Gabriel Cisneros Abedrabbo
“No es la intensidad, sino la duración del sentimiento
elevado la que constituye a los hombres elevados.”
Nietzsche
Entregarse, es la certeza absoluta que el acto y sus consecuencias responden a la íntima necesidad; sobrevivir a la muerte. Más allá del Yo profundo de quien se lanza al mar dual al crear, la obra confrontando su trascendencia se bate cada día a duelo con la moda social, para que las dimensiones, la realidad y el espacio tiempo en donde existe asimilen su verdadera trascendencia.
La construcción plástica de Franklin Ballesteros es por si misma una oda ilimitada de colorido; se enfrenta a sus fantasmas diarios, con la prolongación trascendental del creador, halo vital donde la técnica desarrollada, la textura y la creatividad coexisten en la construcción de la armonía estética requerida por todo bien artístico. Inclusive por aquellos que diagraman sus estructuras en el caos
Para entender la visión de Franklin Ballesteros, debemos compenetrarnos con su extensa obra, y sus diversas técnicas en donde la afinidad espiritual con paisajes, y sensaciones humanas contrasta con el oficio fulgente del Maestro, comprometido con las latitudes históricas y humanas de la patria va recreando desde su pincel plazas, mujeres diáfanas, parques, casas impregnadas por el sueño andino de nuestra cotidianidad y caricaturas donde los personajes se transportan a espacios y sentimientos plenos que se manifiestan, en ocasiones, jocosos en otras en extremo sensibles, siempre respetando la dignidad personal.
Franklin Ballesteros, desde muy niño manifestó sus inquietudes plásticas, a los cuatro años realizó su primer retrato, en adelante enrumbó su barco al mar o al abismo dual del arte. Por vocación seguramente le tocó bogar en soledades, intimismos que en realidad acompañan y apasionan, soledades donde la admiración a los grandes personajes históricos se plasmó en retratos cuya gestualidad nos permite entender el carácter férreo de personajes como Benjamín Carrión, Juan Montalvo, Simón Bolívar, o aquellos que comparten con nosotros el aire y el maíz como el escritor Raúl Pérez Torres.
El arte más que profesión o hobby , es una forma de vida donde el creador cae en aquel poseso de circunstancias tramadas por don destino, quedando predestinado a construir una obra nutriente al espíritu humano. Franklin Ballesteros con pincel, sueños y tenacidad ha ratificado cincuenta y tres años de dulce y apasionada relación con las artes plásticas. Posee paraísos e infiernos, por ellos contamos con una labor plena, madura, suscitadota de la esencia más evolucionada de la humanidad.
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