Gabriel Cisneros Abedrabbo
Mi fundamental infierno, donde soy el que quieres que sea, ese muñeco feo que no habla, que no sueña, que no ama, desde la angustia cortante de amarte, te escribe para hacerte saber que esos oasis que compartimos juntos en éste cotidiano desierto, son el pan que nos alimentará durante todas nuestras soledades, que serán y son dagas antiguas rebanando cada resquicio de piel, suicidios de la ternura que ambos tenemos para compartir.
Sabes como se desangra una flor, al querer ser cortada para alumbrar lo que nunca entenderá? Así mis cantos mueren mudos y no porque tú y yo no podemos cantar, sino por tus miedos y mis cárceles.
Nunca creas que te utilicé, rompería lo que eres, ambos sembramos un equinoccio de gorriones en la atarraya donde somos, Mi niña demonio, nos hemos clavado en las urgencias el uno al otro, que así nos comprometimos al amor de los libres.
Nada te ata a mí, nada me ata a ti sin embargo, nuestra libertad nos permite vivir un amor desde las sombras, desde el mundo mágico de la luna, que nos pone en cuarto creciente en cada recuerdo, en cada sonrisa.
Sin un nombre que decir el uno del otro tenemos más letras que muchos diccionarios, porque nuestra piel ha sido sembrada por el otro y las cosechas que nos faltan seguro serán una lluvia de besos en la noche compartida.
MUJER DE NADIE …
Amor de todos,
te haría mundo en mi piel
sin espejismos,
sin sal en los desiertos
de la noche.
Poema piel
me haría sibarita de tus labios
por ser duda y holocausto
de los lebreles
que bullen en mis venas.
Mujer de soles blancos
Mujer de fuego
tus ternuras a veces callan
con desquicios de epidermis ebrias.
Mujer de nadie
si tú vuelas
puedo ser sol en tus crepúsculos
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