Gabriel Cisneros Abedrabbo
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En un mundo donde espinas se incrustan en todas las dimensiones del ser humano y el consumo es parte del ceremonial, casi religioso, de una modernidad sin conciencia que ha roto todos los equilibrios, las obras plásticas del artista Edwin Lluco, se encaminan en la cuerda floja a crear una forma de entender el mundo con la que podamos transformarlo desde colores y filosofías estéticas.
Siendo un creador profundamente vinculado por piel, genes y cosmovisión a los movimientos indígenas, siente en todos sus karmas el dolor del pueblo y lo proyecta con temáticas que rompen el paisaje visual, común en muchos pintores, con realidades donde sus protagonistas crucificados en todos sus frentes sangran la tierra y los pájaros con gritos de ocres ensordecedores exigiendo la reivindicación y en algunos casos la venganza.
La obra de Lluco podría calificarse como un indigenismo urbano, como una simbiosis del indio que amestizado en la ciudad lucha constantemente por tener voz y poder usarla, los colores son para el artista alfabetos con los que levanta monumentos para que nadie olvide explotaciones que se cometieron y se siguen cometiendo en un país y una realidad que tiende a olvidarlo todo.
Con fuerza y a veces con violencia el color rompe con la pasividad, la pupila no puede abstraerse ante una numerosa obra que no claudica, que no se substrae a la realidad con facilismos, con bellas creaciones que en esta ambigüedad no tienen sentido.
Lluco es un pintor signado, por no decir poseído por la urgencia de entregar, de aportar desde sus lienzos. El es un poseso en donde el arte se explaya, se viste y vive en anarquías, en transparencias y en la condición más humana posible.
Cecilia Suárez Moreno, al respecto de su obra manifiesta: “ La obra de Lluco no es obra de salón, no es obra decorativa, no es comercial; Lluco esta marcado por la pasión de Goya o un Guayasamín, porque ha asignado a su obra de denunciar los horrores, de la guerra o la ira, actuales subterráneos, nocturnos; esos horrores que inflaman su joven corazón sensible, puro, noble, aun esperanzado de artista y hombre golpeado, indignado, herido por el horror y el error que inundan este planeta, asqueado de muerte, mentiras e infamias…”.
Creemos firmemente en el trabajo de este artista, por lo que felicitamos su exposición itinerante que se inaugura hoy en Loja y que se expondrán también en Guayaquil, Quito y Riobamba. Creadores como él nos representan y su talento y valía ya son parte de la memoria de una ciudad como Riobamba, que desde las artes va tomando conciencia.
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