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21 noviembre 2006

EL SICARIATO EN LA COMUNICACIÓN


Gabriel Cisneros Abedrabbo

Nuestra ciudad tiene un mal endémico, aquí todos somos culpables hasta que la justicia demuestre lo contrario, mal que se ha agravado por la mala práctica de pocos comunicadores sociales de la radio que acusan, injurian y difaman al ciudadano, simplemente porque le caen mal, porque no le han dado publicidad, por que son indígenas o porque se creen dueños de la fe e interpretan la libertad religiosa desde la visión inquisidora como en la edad media.

Este tipo de “periodistas” son tan pocos que no deberían causar malestar en la comunidad, sin embargo todavía no existe una posición como ciudad para decir ¡Basta!, es el momento de buscar transformaciones y dejar de ser un pueblo para la cacerías de brujas y ser la ciudad de las primicias que Riobamba debe ser. Siendo una primicia la cohesión de personas e instituciones para decir ¡Basta!.

No estoy en contra de la crítica de los comunicadores, pero esta debe darse con altura manteniendo el respeto a los ciudadanos, a las mujeres que tanto se las denigra con epítetos que atentan contra su honra, contra su condición de seres humanos, a las instituciones que se las injuria y a las autoridades que se les pone apodos ofensivos ridiculizando su capacidad de gestión, minimizando sus proyecciones y desconociendo totalmente de sus valías. Todos cometemos errores en la administración pública sin embrago preguntémonos si será justo que un sicario, con complejo de gamonal, escudado en un micrófono ponga por los suelos no a la gestión sino a la persona.
Será justo que nadie haga nada. Recordemos el pensamiento de Beltor Brech: “Primero vinieron por los judíos/ pero no me quejé/ porque yo no lo era/ Luego vinieron por los católicos/ pero no me quejé/ porque yo no lo era/ Más tarde vinieron por los sindicalistas/ pero no me quejé/ porque yo no lo era/ Luego vinieron por mí/ Pero ya no había nadie a quien quejarme”.

Si tan blancos se creen, deberíamos regalarles un espejo para que vean que en este país los que no tienen de inga tienen de mandinga, que nuestra riqueza cultural está en el mestizaje que tanto desdeñan y que todas las identidades deben cohesionarse y respetarse y no a pretexto de un programa “cómico” hacer flecos con las personas.

Que sepan estos señores que la ciudad, sus habitantes estamos hartos de la maledicencia y la impiedad con la que actúan, que todo su accionar desdice de la fe que dicen tener y que su racismo, su intolerancia y su dogmatismo es el que tiene sumida a Riobamba en una actitud de chisme. Es una lastima que personas e instituciones tengan que perder su tiempo que podrían invertirlo en proyectos en beneficio de la ciudad, buscando justicia y respeto de quienes se creen que están por encima de las personas y la Ley.

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