Gabriel Cisneros Abedrabbo
poesialas@hotmail.com
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La primera vez que tuve el éxtasis de sentir, vibrar y resucitar en las manos, en el alma, y en la guitarra del maestro Hugo Oquendo, me cuestionaba en la intensidad de su arte, ¿ es acaso posible que alguien toque con tanta fuerza y sea de este mundo; que vibre con la misma transparencia que el más enigmático de los arpegios, si haber hecho pacto con el cielo o el infierno?. Un ejercito de nomos, hadas y delfines, saltan de cuerda en cuerda, conmueven al hombre y lo transforman, es que el intérprete, se las sabe todas, de pronto la guitarra se convierte en reloj, piano, bombo o caracola.
Hugo Oquendo, más conocido en el mundo del arte en los distintos continentes como el “Paganini de la Guitarra”, ha tocado en la Capilla Sixtina del Vaticano y ofreció un concierto exclusivo para el Papa Paulo VI , el mismo que exclamó ante su talento, “Cuando naciste, Dios se posó en ti un segundo más que en los otros Niños . . .”.
Este artista es uno de los pocos músicos latinoamericanos, cuyas cuerdas reposan en la “Catedral de la Música”, el Museo “Escala de Milán”; en homenaje a que acabará su concierto en ese templo de la música, únicamente con cuatro cuerdas como si guitarra, estuviese completa.
A los cinco años, ya cayó en la tentación de tocar a esa mujer cuyo cuerpo de madera puede tener más recovecos que la piel en la intensidad del orgasmo espiritual, de esa mujer única, cuya seducción no lo ha abandonado, juntos han procreado la música en más de cuatro mil conciertos a lo largo del mundo, pues la guitarra ha sido el puente por el que Hugo ha cruzado la vida y Hugo ha sido el mito por el que la guitarra ha llorado, y deja cuando se siente poseída la materialidad, para interrelacionarse con el cosmos.
“La Batalla de Pichincha”, en estos momentos me inserta en nuestra propia identidad, más allá del acto heroico, mis genes despiertan el espacio indio de la sangre, empuñan mi libertad doscientos años después y realmente soy libre. “Soldadito de Plomo”, por otro lado conmueve los espacios más tiernos de la infancia, con una inusitada dulzura, es que Hugo Oquendo, desde cualquier dimensión es el infinito de la Guitarra.
Hugo Oquendo, más conocido en el mundo del arte en los distintos continentes como el “Paganini de la Guitarra”, ha tocado en la Capilla Sixtina del Vaticano y ofreció un concierto exclusivo para el Papa Paulo VI , el mismo que exclamó ante su talento, “Cuando naciste, Dios se posó en ti un segundo más que en los otros Niños . . .”.
Este artista es uno de los pocos músicos latinoamericanos, cuyas cuerdas reposan en la “Catedral de la Música”, el Museo “Escala de Milán”; en homenaje a que acabará su concierto en ese templo de la música, únicamente con cuatro cuerdas como si guitarra, estuviese completa.
A los cinco años, ya cayó en la tentación de tocar a esa mujer cuyo cuerpo de madera puede tener más recovecos que la piel en la intensidad del orgasmo espiritual, de esa mujer única, cuya seducción no lo ha abandonado, juntos han procreado la música en más de cuatro mil conciertos a lo largo del mundo, pues la guitarra ha sido el puente por el que Hugo ha cruzado la vida y Hugo ha sido el mito por el que la guitarra ha llorado, y deja cuando se siente poseída la materialidad, para interrelacionarse con el cosmos.
“La Batalla de Pichincha”, en estos momentos me inserta en nuestra propia identidad, más allá del acto heroico, mis genes despiertan el espacio indio de la sangre, empuñan mi libertad doscientos años después y realmente soy libre. “Soldadito de Plomo”, por otro lado conmueve los espacios más tiernos de la infancia, con una inusitada dulzura, es que Hugo Oquendo, desde cualquier dimensión es el infinito de la Guitarra.
2 comentarios:
¡Buenas tardes! Soy locutor de una radio de Uruguay. Viendo que tienes un sitio maravilloso, quería pedirte permiso para incluir un link hacia tu sitio en mi blog www.alejandromotta.blogspot.com en el que puedes encontrar los contenidos y la emisión on line de mi programa "Dominio Público".
Saludos, y muchas gracias.
Alejandro Motta.
Buen comienzo
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