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19 mayo 2009

MARIO BENEDETTI, EL RETORNO SIN CAMINO



Gabriel Cisneros Abedrabbo

www.dicciondesnuda.blogspot.com

 

Sin el duelo forzado por la hipocresía social, siento las distancias que van cociendo adioses entre un yo desarticulado amando la literatura y un Dios que escribió desde el acabose, el escritor uruguayo Mario Benedetti, quien con 88 años transpiró todos los saltos que tiene la palabra, el domingo 17 de mayo fragmentó espacios y se hizo piel en el futuro, un hombre que había  sembrado verbos en el amor y el compromiso por la vida; con su muerte son indiscutibles las ausencias que ni el duelo nacional de su patria ni los cantos que surgen a raudales por el mundo pueden trizar.

Los que lo veneramos asumimos la orfandad en nuevos rezos por la poesía, descobijamos el vino para abrazarnos, para entender que entre el 14 de septiembre de 1920 y 17 de mayo del 2009, no paró de amar, no paro de sudar el eco de las gentes. Qué importa que se haya roto el estuche, el perfume de su voz se esparció por el mundo con tal intensidad que pasarán muchas generaciones antes que lírica comience a ser olvidada, en esa conflictiva levedad del ser.

El 19 de mayo desde el palacio legislativo de Montevideo su cuerpo emprendió el viaje de los pasos perdidos por las calles de una ciudad que fuera testiga de encuentros y desencantos, no se cuántas viudas, de esas que aman a los poetas sin palparlos en el filo de la noche, lloraron su ausencia. Ni cuántos de sus hijos clavamos la desesperación en la madrugada, lo único que es irrenunciablemente es que nuestro poeta mayor no se ha ido, aquí esta en los versos que conmovieron estadios sin ser fútbol, que conquistaron el mundo sin ser muerte y que hoy me dan la urgencia de cantar. Callar sería matar a ese yo que nunca estuvo en duelo.

En un mundo mediático donde lo light prima, donde autores del desencanto arrasan con el mercado  existen también autores de buena literatura, uno de ellos, Mario Benedetti seguirá latiendo en la memoria colectiva mientras existan  palabras que soñar…

07 mayo 2009

* * *

 

mi silencio

es tu silencio en un espejo

nos duele y sin embargo

tenemos que callar

tanta mentira

 

Uno entiende el abismo, sus grafías húmedas, sus desconcertantes mundos que se van formando en el segundo final del acabose, uno entiende que tras la puerta equivocada está el rendir cuentan ante el peor de los jueces, el yo incorruptible.  Lo que uno no entiende es como la vida le va marcando el paso a las circunstancias, le va inmovilizando las manos al poder volar, que tan solo en un ayer era cotidiano. Es tan terrible perder las alas, saber que los otros vuelan y uno, el yo más importante de todos los mundos se va volviendo inútil y leve.

Rotos, descocidos como muñeco del abuelo del abuelo, nos van pasando de mano en mano, nos van asesinando con la sonrisa hipócrita los que entienden que estamos respirando un aire que ya no nos pertenece.

Todas las filosofías se destrozan frente a eso, ni la oración o el grito hace el milagro de despedazar las trampas que sembramos en otra hora. Morir, si, morir en el clímax de desmembrar con tanta angustia, pero cómo flaquea el valor y dejamos que los días nos devoren cual gangrena.

Ya no quedan trenes que soldar, ni espacios que graficar con los colores, solo un puñal espera que se esfumen las horas inútiles…

 

Gabriel Cisneros Abedrabbo

7 de mayo del 2009