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04 enero 2010

Impostergable

Hay que mentir a los ángeles para que no resuciten en los infiernos, para que el tercer día tenga la paz abrumadora de mariposas de porcelana; Carmen Rojas abrió los ojos al primer segundo del sueño inducido por el sistema deshumanizante, con su voz de deidad desencantada nos sumerge en los círculos donde la pureza de la palabra se desdice de maquillajes.

Ante nosotros la voz de un ser alado, que ha transitado todos los caminos ¿Estamos preparados para ser ungidos con tanta vida? En la ebriedad de la poesía cosechada de Carmen, escribo estas líneas que se volverán gárgolas inútiles ante el manicomio de tanta verdad.

Bienaventurada la hora en que Carmita despertó del sueño en las manos de Alfonso Chávez Jara, en que su Jaspiario alimentó viejos exilios de esperanza. Ahora la escritora nos deja huérfanos y priostes de los maíces que han germinado en el común lugar de nuestro siempre.


Gabriel Cisneros Abedrabbo.

Vecinos Etéreos

Como miembros de una sociedad de pájaros, los integrantes del Taller de Literatura “Sacapuntas”; y, los hermanos de vida y bohemia del poeta Alfonso Chávez Jara, nos fugábamos tras los barrotes del cementerio para compartir, con quien se halla en el Oriente Eterno, las paradojas de la vida. La Casa de Carrión en 1992, en la administración de Franklin Cárdenas, institucionalizó el recital poético “Vecinos Etéreos”, en un principio en homenaje a Alfonso y quienes eran sus vecinos más cercanos en el campo santo, para compartir la palabra en la otra vida: Miguel Ángel León y Luz Elisa Borja Martínez.

Luego la muerte, en su proclama de levantar el inventario de sus conquistas todos los años, fue convocando a quienes habíamos sido iniciados por el amor a Riobamba, la cultura, las artes y la literatura. El recital se volvió itinerante. Las palabras se volvieron campanas para convocar por fracciones de tiempo a los que nunca debieron irse y sin embrago sólo están en la memoria.

La única muerte es el olvido, dice la tradición popular, siendo así fraternos etéreos de esa cadena que empieza y termina con la vida, son eternos, porque su ser fundamental está más allá de ustedes y nosotros, construyendo la memoria colectiva de los chimboracenses.

Gabriel Cisneros Abedrabbo.

"Perversiones Justificadas" y "Herraciones”

Con los poemarios "Perversiones Justificadas" y "Herraciones” de Patricio Cárdenas y Edwin Rodríguez, la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, Núcleo de Chimborazo pone a consideración de la comunidad su nueva colección “Poesía en Pie”, dedicada a los nuevos talentos que surgen en la literatura ecuatoriana desde Chimborazo.

El texto es un espacio para fusionar a dos creadores que saltando todas sus dimensiones se cuestionan: qué decir frente al contrario; cómo articular las grafías y entrelazar su Yo íntimo en una obra que trascienda en aquella belleza que duele y empina.

Patricio Cárdenas y Edwin Rodríguez, dos escritores con la palabra como motor bautizan en nuestra lectura sus hijos siameses; vibran en la desesperación, subliman ternuras, encuentros y cánticos en huertos poéticos que saciarán nuestras hambres, en esos instantes en que lluevan ausencias y todo lo que creíamos se vuelva una fabula donde se nos exilia.

Gabriel Cisneros Abedrabbo

“En la Cuerda Floja”

Cuando era paria y el mundo escondía sus batallas con mi historia, podía fluir en tal libertad y éxtasis, que las flores al nacer en la voz y en el papel siempre fueron infinitos por descubrir; canto alimentando el vértigo de esa edad donde la emancipación fue el mejor escenario de la vida.

Han llovido muchas hojas en las mutaciones constantes del Yo, del que fui quedan un nombre, la poesía como última frontera donde respirar y barrotes oxidados zurcidos a la melancolía de los pasos que no podré volver a andar.

Los textos compilados “En la Cuerda Floja”, tienen esa pureza donde lebreles y mujeres se vuelven pájaros esdrújulos, para vestir al amor, la muerte y la vida con el piar metálico de sociedades de gente sola y triste; es quizá por ello que inicié el viaje rememorando esa tristeza de haber perdido lo que encuentro entre líneas desde los que encienden la fogata en la espiral de las horas, para proclamar que la palabra es una columna sosteniendo los puentes con la luz y la creación.

Gabriel Cisneros Abedrabbo.