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26 agosto 2010

CUATRO TIEMPOS PARA LA MUERTE

1

No me he podido arrancar, las babas fétidas con las que el día me clavó tu rayuela de adioses, un mendigo bebe mis pecados en una plaza, el amor es un tiro en las sienes que se repite, que nos deja ante el sacramento de alabar un eco.

2

Tu padre en el rigor mortis dejó de pertenecernos, dejó de ungirnos en con su sonrisa cariada, arrugada y ebria.

3

Mi madre es un jardín de gusanos en una caja, mi madre es una memoria congelada en sanscrito, de su sexo ya no surgirán nunca mundos y de su frontera no se levantará en mi alegría ninguna batalla.

4

Ellos son ahora el dolor, con el que nos cepillamos los dientes, la proximidad en nuestro adiós y la permanente certeza de que estos cantos, nuestros cantos no van a doler a nadie, no van a matar a nadie, porque nuestros muertos, desde el no nosotros sólo nos duelen, sólo nos matan a ti y a mí en la babas fétidas del día…