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04 mayo 2016

LA POÉTICA DE PAPELES NOCTUROS

la claridad esn brote terrible
LGP

La carne en el rito vuelve al polvo, el polvo se hace médula del barro con el que Liyanis González Padrón desgarra la fibra de la noche, herida donde lo único que tiene sentido es su palabra. Esta vaciedad llena de venenos que no matan, la suya que de muchas formas es nuestra, llega desde la catarsis donde espejos escondidos en la tierra, nos dejan ver las arrugas que nos marcan.

Entro al texto, todo el discurso encerrando a la poesía en un concepto se desvanece, en esta obra entiendo, desde el pálpito íntimo, que el arte no es en sí mismo, es esa dimensión donde una siembra estética tiene  la capacidad de generar una y otra vez en audiencias diferentes sensaciones encontradas. La poesía de González, es bálsamo que duele, inunda, sublima y marchita, por ello en estas breves líneas es imposible asumir la mirada fría del crítico que va desagregando figuras y formas. No, eso sería casi como empaquetarla, recurrir a tediosas definiciones para no mírala, como suelen hacer algunos escritores, al verse obligados a presentar un libro que nunca debió publicarse.


Papeles Nocturnos, asalta el amor que se suicida en las vitrinas, porque nadie puede pagarlo. Eros y Tánatos, se empapan del rocío tóxico de las ciudades, de ese poder dibujar el sexo ajeno sin tener esperanza que el alma transite en la lluvia de su placer. En ese intersticio la autora no pierde la necesidad del milagro y la transmutación se da; quizás no siempre en el mundo cotidiano, pero si en el poema donde se sostiene la vida de una mujer que estoy seguro tiene la puerta abierta para ser leída por muchas generaciones.

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