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12 febrero 2008

CONFESIONES TARDÍAS A CAPOTE


Gabriel Cisneros Abedrabbo
poesialas@hotmail.com

Sr. Capote creo que no soy el único al que tiene en el filo del abismo con su novela “A Sangre Fría”; La que vuelvo a leer no por placer sino más bien por esas obligaciones universitarias que a veces se precipitan como un muro en la secuencia latosa de las horas. En la encrucijada pierdo la estructura, en su pondo de palabras que desde la realidad, o mejor dicho desde la crónica policíaca, crearon un espacio paralelo, mundo de ficción sustentado en hechos periodísticos. Es decir con su obra, en el siglo XX, la literatura universal tiene dos etapas la que se inventa desde los imaginarios de los escritores y la que es arrancada de las historias de las gentes a manera de crónica de hechos y circunstancias que conmovieron, por sádicos a sociedades enteras.

Truman, en esta nota usted no palpará todas las rupturas que ha generado en mis mundos donde el periodista y el escritor habitaban en sus polos sin atreverse a fundirse el uno con el otro, sin atreverse a saltar por el vinculo mágico de los epígrafes. ¡Gracias…!, por hacer el diagrama de encuentro de mis dos mitades que desde su obra hallan su punto de unidad.

La historia de “A sangre fría” inicia en noviembre de 1959 cuando usted a través del medio impreso el New York Times se entera del asesinato de la familia Clutter en Holcomb pequeña población de Kansas; escenario en donde el ambiente respiraba miedos y desesperanzas. Los cronistas de la época creen que usted construyó otra historia diferente a la que tenía en mente sin embrago su prolijidad en la búsqueda y su carisma le permitieron entrar el idiosincrasia de la comunidad, el periodista investigando un crimen se convirtió en una autoridad local, que ante la aprehensión de los asesinos cayó en la trampa de la amistad con uno de ellos, consiguiendo mantener una permanente correspondencia cuando escapó a Europa a escribir el libro que le obsesionaba. A ratos tengo la impresión de que llegó a sentir el helado de la sangre cuando en su mente recreaba una y otra ves la escena del asesinato. La amistad que nació como una trampa con Perry, le unía por intimas discriminaciones sufridas mutuamente; su homosexualidad y la soledad de Perry que había sido aislado, el dolor compartido en la infancia por madres alcohólicas, la estatura, no sé Truman, hoy después de casi cincuenta años en un país del que seguramente usted en su vida escucho mentar, toda esas geografías de la naturaleza humana se conjugan para entender una novela o no sé una crónica periodística que nos permite ensayar en nueva posibilidades para la palabra.
Lo que más me ha conmovido no es la novela sino el hecho de que ella se convirtiera en su acabose, en su ritual para no encontrar nunca más el camino. El texto no solo conmovió las estructuras y los sentimientos sino que lo signo de manera ineludible como engaño de un tiempo en el que usted no estaba, no se sentía y no pudo amarse, porque lo que amaba sin su aceptación era a esos dos criminales que fueron ejecutados en 1965 y en los que usted murió, convirtiéndose en un zombi si prisas ni preguntas. Ya que como usted mismo lo afirmó: “Escribir el libro no me resultó tan difícil como tener que vivir con él”.

Usted tomó una realidad que seguramente hubiese sido vista con menosprecio por los grandes de la literatura y la hizo oro en polvo, es verdad que su carácter y su apropiación del problema tiene a realizar profundos cuestionamientos, sin embargo y ante todo lo importante es la obra.
Señor Capote, usted ha trascendido su esencia y ahora que el polvo habita sus huesos su pensamiento es luz en las memorias vivas del mundo que más pudo haber soñado; su homexualidad, alcoholismo y drogadicción sucumbieron ante su genialidad como sucumben los cuatro ejes de mi vida ante su dimensión de Dios.

1 comentario:

K-OZ dijo...

buena gabriel y adelante con el blog