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15 octubre 2008

SABINA CON LA PIEL DEL PRÓJIMO


Gabriel Cisneros Abedrabbo
poesialas@hotmail.com

Joaquín Sabina, tararea un apócrifo para la Magdalena primogénita en el poema, un ron enfría calenturas de todos quienes hemos refugiado el dolor en siluetas a las que nunca miramos más allá de las bambalinas. El réquiem de los segundos va dibujando losetas de un adiós al que huimos en besos que nunca nos han pertenecido. Por un segundo, en nuestra coraza perdemos todos los pájaros y no hay más frente al espejo, donde mentimos para mentirnos, que una brizna de humo de alguien que pudo haber sido … ¡Perversa levedad que nos golpea!

Fusión terrestre de todos los demonios con el paraíso perdido, así es Joaquín Sabina, el cantautor español que desde la cotidianidad crea cantos para recordarnos lo efímero de nuestra palpitación y lo trascendente de nuestro pensamiento. Crítico profundo con las falsas felicidades de la modernidad, te reta a tomar “Pastillas para no soñar” como el “soma” que se pronosticó a mediados del siglo pasado en la novela “Un mundo Feliz”, pastillas para que no sientas el amor y en la masturbación genital con el próximo (a), solo palpes lo olvidable del sexo, pastillas para que no sientas los mirlos cantar o llorar a las mujeres ebrias de dolor en las esquinas del mundo; es posible que si tomamos de esa droga vivamos mil años sin existir un segundo.

Para poder seguir en la danza de lo imposible que incita la música de Joaquinito, me abrazo fuertemente a su silueta juglar y gitana y desde viejos espacios amasó en mi presente, de réquiems a un yo que extraño, un textura que va creando mundos en el agua; si mundos pequeñitos, mundos donde puedo ser el elegido en la redención de mis miedos, mundos donde las mujeres me dedican las mejores odas sin limitarme a la escritura pública que hoy me hace impensable en sus pupilas, mundos donde sembramos la hegemonía del erotismo en las almas tristes que nos rodean. Sí, es una música que arropa, abriga e insinúa, es una música que late entre los proscritos y los beatos como himno palpitante de los brincos y fogatas que tiene la realidad.

Los calzones de la noche pintan rojos estrella, mientas dan las diez entre un cubata para una mujer que será futuro solamente desde un instante de erotismo, la letra de Sabina me va arrancando luces mientras tanto a él como a mí nos dan las diez, la once, las doce y la una. Nos dijeron adiós y no hubo mundo para volver a vernos, con el pota comulgamos del mismo pan, la letra sigue su magia mientras en la realidad me siguen apuñalando con sus besos aquellos que me miran sin mirarme…

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